MARIA EUGENIA PRECE, DEVOLVER BELLEZA EN EL ARTE DE LA RESTAURACION

La Gaceta entrevistó a María Eugenia Prece, una de las personalidades más destacadas a la hora de pensar la restauración del patrimonio arquitectónico en nuestra ciudad. Egresada de la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR, nos cuenta en qué etapa de desarrollo se encuentra actualmente el impactante trabajo realizado sobre su fachada, y nos deja algunas reflexiones de alto vuelo en torno a cuál sería la “ganancia” para Rosario si pudiéramos combinar de forma creativa e inteligente la preservación de la memoria y los usos contemporáneos.


Por Matías Querol

LG_ ¿En qué etapa se encuentra la restauración de la fachada de la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR que tuvo una amplia repercusión en nuestra ciudad? ¿Todavía está en desarrollo?

MEP_ La Facultad de Humanidades tuvo mucha difusión porque fue un cambio muy grande entre el “antes” y el “después” y porque no es tan frecuente ese tipo de arquitectura en la ciudad. En Rosario predomina más una arquitectura del academicismo y el eclecticismo de finales de siglo XIX, y principio del XX, pero no hay tantos edificios del estilo neo-gótico o neo-medievalista como lo es este edificio que, además, es monumental. El cambio de la pintura a símil piedra lo hizo aún más imponente y que se destacara su monumentalidad. Por eso creo que, de todos nuestros trabajos, es el que está teniendo mayor difusión. Venimos trabajando de forma bastante continua durante varios años. El trabajo en la Facultad de Humanidades y Artes fue un desafío grande pero creo que tiene que ver con esta monumentalidad de la que hablamos y por su significado. La universidad últimamente, en esta gestión actual diría yo, está haciendo grandes inversiones en la recuperación de su patrimonio y también en la rehabilitación de muchísimos otros espacios. Nosotros somos uno de un equipo más grande de profesionales y empresas que están trabajando en ello. En Humanidades se hicieron muchas más obras que la fachada para poder aprovechar ese edificio maravilloso y revitalizarlo.

LG_¿La intervención en Humanidades se da exclusivamente sobre la fachada de calle Entre Ríos? ¿O también sobre toda la piel del edificio internamente?

MEP_ Estamos en la última etapa de la intervención de la fachada que abarca lo que era el templo. Pero en todo el interior se recuperaron en una primera etapa unas arcadas perimetrales. Cuando llegue la hora de tratar la piel del patio, supongo que estaremos nosotros, pero es un gran debate, porque ese patio tiene muchísimos murales y es una escuela de arte. Entonces el debate es si dejamos espacio para la intervención mural o no. Yo creo que los edificios no se tienen que congelar en el tiempo, sino que tienen que vivir y disponerse a sus nuevos usos.  Ya tenemos una muy buena recuperación de la fachada y dejar parte del patio para que sea intervenido con murales, en una escuela de arte, sería hermoso, enriquecedor y dinámico. Lo que pasa es que habría que pensar también en la calidad de los murales, que sea como un objetivo de aprendizaje sobre cómo hacer murales con una lógica y que no sean pintadas. Es un desafío lindo pensar los edificios en sus usos actuales. 

LG_ ¿Vos estudiaste allí como formación de grado? ¿Están interviniendo en alguna otra facultad?

MEP_ Yo estudié en esa facultad porque soy licenciada en artes y nada que ver el edificio donde yo estudié con el edificio actual que es un edificio totalmente contemporáneo con todos los servicios. Ahora estamos restaurando la fachada de la Facultad de Ingeniería que quizás no va a tener el mismo impacto causado en Humanidades, porque es un edificio al que estamos más acostumbrados porque está más despojado de cierto misticismo como tiene lo neo-medieval, además que es una restauración más respetuosa del material original. Va a quedar cómo era, sólo que limpio y consolidado. Por esa razón el impacto del cambio no será tan grande en comparación al trabajo que se viene haciendo en Humanidades.

LG_ ¿Los proyectos de restauración como el de Humanidades o Ingeniería están diseñados y ejecutados por tu equipo de trabajo?

MEP_ La universidad tiene un departamento de arquitectura que se ocupa de la recuperación edilicia y, además, hay un área de patrimonio. La Universidad Nacional de Rosario tiene muchísimos edificios de valor patrimonial como las facultades de Medicina, Ciencias Económicas, Ingeniería, etc. Son edificios muy antiguos, construidos para otros usos o para esos usos. La misma Facultad de Humanidades y Artes, que tiene la Escuela de Música en La Siberia, también es un edificio patrimonial porque pertenecía al ferrocarril. Al frente de ese área está el Arquitecto Guillermo Bass, especializado en restauración edilicia, y él es quien hace los proyectos de intervención junto a su equipo, luego nosotros seguimos los lineamientos que él se propone. Los proyectos son de la Universidad y la verdad es que son muy buenos, me gusta ese diálogo entre lo antiguo y lo contemporáneo.

LG_ Tu equipo había en otro tiempo intervenido en el edificio de rectorado y recuperaron piezas muy significativas…

MEP_ Ahí lo que hicimos fue despintar, porque estaba pintado, y recuperar el original. Como todas las cosas, lo que pasa de las cornisas para arriba casi no las conocemos los rosarinos, porque están demasiado altas en un espacio urbano que tiene poca perspectiva para eso. La verdad que es un relato mitológico genial lo que tienen esos óculos que están sobre la mansarda, que estaban sin que nadie los viera, y cuando llegamos ahí arriba apreciamos la dimensión inmensa que tienen. Te parás al lado, y ves que la cara de Hércules es casi alta como yo, entonces ves que eran piezas de arte impresionantes. Son símbolos ancestrales que se usaban mucho en la arquitectura clásica porque esos símbolos tenían un sentido y le daban un sentido al edificio. Creo que en la arquitectura moderna hemos perdido eso, nos quedamos en la composición, materialidad, forma, color y textura, pero noutilizamos recursos simbólicos, quizás porque yo creo que le perdimos fe a los símbolos, en el sentido que éstos representan fuerzas o energías que están presentes en nuestra vida. Como ya no creemos, porque la modernidad nos hizo incrédulos, entonces no los usamos más. Pero nuestros edificios antiguos nos los recuerdan y a mí me parece importante poner énfasis en eso.

LG_ Empleando en forma deliberada un concepto que puede resultar provocador, pero a la vez servir para actualizar un debate que siempre se renueva: ¿Cuál es la “ganancia” de la restauración del valor patrimonial? 

MEP_ Es un debate súper interesante porque tiene que ver con la memoria, con el recorte que hace nuestra memoria acerca de qué es lo principal y qué no lo es. Son los hechos memorables, o las representaciones simbólicas de esos hechos memorables, y lo que queremos olvidar. También tiene que ver con un criterio de valor cultural. ¿Por qué restauramos una cosa que consideramos valiosa y en torno a qué? ¿O por qué se hacen monumentos a determinados personajes o hechos históricos que muchas veces no son incuestionables? Sobre todo con los hechos históricos que tienen que ver con las victorias. Las victorias siempre implican una derrota. ¿Quién erige un monumento? Es un debate súper interesante, ¿Qué tenemos que patrimonializar? Tiene que ver con la memoria y los valores de la sociedad. En una ciudad que crece mucho, que necesita espacio y actualizar sus infraestructuras, es una tensión mantener congelado en el tiempo un edificio antiguo, que tiene otra organización del espacio, que no tiene algunos servicios a los que hoy estamos acostumbrados.

LG_ Una ciudad crece por sustitución, una forma ligada más a lo posible es reemplazar lo que está por otra cosa…

MEP_ Eso es verdad, es lo que sucede, pero denota poca imaginación, porque me parece que no está alimentada esa imaginación por el desafío de usar lo que hay, porque no hay opción de tirar abajo como sucede en Europa, por ejemplo. Entonces ahí se da una tensión que te pone a diseñar espacios jugadísimos dentro de ambientes, trazas medievales o de cascos históricos antiguos. Vamos a Europa y nos fascinamos cuando vamos a un bar o a un hotel que está en el Barrio Gótico de Barcelona. La universidad donde yo estudié era del siglo XII, y teníamos unas aulas en las que había todo lo que necesitáramos con toda la tecnología a disposición. Incluso aulas de la Escuela de Música de la Universidad de Alcalá habían aprovechado una cúpula de un colegio mayor que había sido bombardeada en la guerra civil. Entonces, aprovechando esa ruina, habían generado una cúpula con toda la tecnología acústica de vanguardia, pero dejaron la piel de la ruina. Es genial porque está la memoria presente y el uso contemporáneo.

LG_ ¿Cómo puede pensarse para la ciudad de Rosario esta apuesta a establecer un puente entre la memoria y el uso contemporáneo? ¿Hay alguna alternativa al discurso único del todo mercado?

MEP_ Cuando crece la ciudad por sustitución, no hay nada que nos obligue a poner la imaginación en juego para aprovechar lo que hay, estamos muy acostumbrados y cómodos en eso de usar y tirar, esto de la obsolescencia programada. “Esto ya no va más”, “Cambiémoslo por otra cosa”, y esa otra cosa por la que se cambia muy pocas veces es de mejor calidad material de lo que había. La restauración nos pone en jaque acerca de cuáles son los valores de la perdurabilidad, la memoria o la renovación por necesidad de mercado. Mencionaste esta idea de la “ganancia” de cuando uno preserva. Para mí hay mucha ganancia cuando uno preserva. Lo que pasó en la Facultad de Humanidades, el impacto que crea en la gente y le da un sentido a lo hecho, eso es una ganancia.

LG_Es una manera de hacer más verdadero el sentido de pertenencia a la ciudad…

MEP_ Aprendemos a valorar los espacios comunes. Por ejemplo, hay algo que a mí me rebela un poco cuando tiramos abajo las casas de rentas, que son las casas típicas que la burguesía rosarina enriquecida en la primera inmigración construyó para recibir a los nuevos inmigrantes. Esas casas de rentas, que son generalmente esquinas o conjuntos de edificios que constituyen un tramo, estaban hechas para albergar a mucha gente, a muchas familias con habitaciones y espacios comunes: patios comunes, cocinas comunes, incluso, baños comunes. Y las tiramos abajo para hacer edificios donde hay todas unidades de vivienda mono-ambientes, pequeñitas, donde todo el mundo replica “su” baño, “su” cocina y todos los recursos energéticos que eso implica. ¿Ganamos si nos encerramos en esas cajitas de zapatos a consumir y consumir energía estando solos? Un desafío es pensar espacios de convivencia, espacios comunes, compartir el patio, el sol, y no conectados a las pantallas cada uno en su departamento. Hay muchas cosas que el patrimonio nos enseña si pudiéramos mirar con unos ojos que no sólo miren la ganancia (económica), sino que podamos reparar en formas de vida y crear lazos sociales para constituir comunidad, como fue nuestra Rosario de principio de siglo XX donde los inmigrantes se ayudaban entre sí. Me parece que hay un valor que no podemos perder, y que la pandemia nos puso en evidencia, que son las relaciones sociales y la solidaridad. La inversión inmobiliaria que sólo pueda pensar en unas estructuras de hormigón como “mono-casitas”, eso es un formato que no me parece que sea la única manera, no me parece que sea inteligente.

LG_¿Podés darnos un ejemplo para pensar en otro formato?

Te voy dar un ejemplo concreto. Los chicos que vienen de afuera a estudiar a nuestra universidad alquilan esos mono-ambientes, pero vos te vas a cualquier ciudad europea que tiene ciudad universitaria y todo el mundo comparte casa en edificios antiguos, porque las universidades están generalmente en edificios antiguos. La vida es otra y las relaciones que se generan son otras. Entonces, tenemos que poder pensar un poco más allá del rédito valor del suelo x metro cuadrado x altura, sino que tenemos que pensar otras tramas que nos integren como rosarinos y nos hagan sentir parte. Tenemos edificios muy bellos en Rosario y están quedando cada vez menos. Y lo que se reemplaza, no te quedás mirándolo con admiración porque ni siquiera hay símbolos empleados ahí.

LG_  A modo de cierre de esta entrevista, ¿Quisieras mencionar a los integrantes de tu equipo?

MEP_ Sí, ahora somos muchos. En la Facultad de Humanidades participan Mario, Matías, Carlos, Ariel. Después tenemos un equipo de herreros y carpinteros que está liderado por Javier, Leo, “El cucho” y Cristian. Después en la Facultad de Ingeniería participan Juan Carlos, Kevin, Horacio y Nicolás. Todas son personas maravillosas y completamente comprometidas con lo que hacen.