EDITORIAL

No todo es arquitectura.

Los seres humanos tenemos sentido y necesidades sobre el habitar que responden a múltiples y complejos factores, requerimos apropiarnos e identificarnos con el espacio que nos rodea para poder habitarlo. La arquitectura y el urbanismo han sido siempre, con su capacidad de transformación de las condiciones de vida, las únicas especialidades mediadoras en esa relación entre las demandas de la sociedad y la calidad de su hábitat.

En su nota, el Arq. Walter Salcedo nos invita a analizar las transformaciones físicas de nuestra ciudad y su relación con las estructuras sociales y económicas desde una mirada diferente.

Repensando nuestro rol, la comisión de trabajo que integran jóvenes arquitectos del colegio, nos muestran su convocatoria a conformar un banco de ideas de proyecto sobre las urgencias sanitarias, disponibles para la sociedad; y en el mismo sentido, el colegio da cuenta del trabajo interdisciplinario de asistencia a las comunas llevado a cabo para procurar territorios aptos para su crecimiento.

La apropiación integral del espacio es una experiencia totalizadora muy amplia, que involucra desde las más diversas cuestiones funcionales, formales y de relación con el medioambiente, hasta las más intangibles cuestiones expresivas, simbólicas y vivenciales, a las que la arquitectura debe atender. Los Arq. Guidi y Hernández, en su obra, ponen el foco en enriquecer la espacialidad y las vivencias del usuario, demostrando una vez más el valor de la idea arquitectónica como principal recurso, en este caso, para generar valor agregado frente a un estereotipado mercado inmobiliario. Tal el caso en el que Fernando Piedrabuena, trascendiendo el hecho funcional meramente utilitario que le da origen, arriesga y propone una idea superadora que otorga un fuerte carácter al local intervenido. Por último, la Ing. Agr. Verónica Stangaferro y la Lic. María Eugenia Planes aportan ideas para llevar adelante con éxito jardines en espacios mínimos.

En los cursos introductorios a la carrera suele hacerse a los ingresantes una pregunta: ¿Todo lo construido es arquitectura? La respuesta deberá guiarlos a lo largo de la profesión.

Un hecho arquitectónico se diferencia fundamentalmente de la mera construcción por su capacidad sensible para comprender y procesar la demanda planteada y relacionarla adecuadamente con el medio en el cual se inserta, con una elección apropiada de las técnicas constructivas. La clave está entonces en lograr expresar una idea que responda eficazmente a las necesidades, transmitir un mensaje y generar emociones, aquellas a las que refiere Guillermo Coria en su nota, al hablarnos de esa “sensación especial” transmitida por ciertos edificios.

Por esto, la respuesta es no. No todo lo construido es arquitectura.

Arq. Gustavo Di Prinzio
Comisión Editorial ARQ.Hoy


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